Un postre increíblemente fácil de hacer y que está ¡buenísimo!
Coge un molde rectangular y lo forras con papel de hornear, de esta manera te será mucho más fácil sacar la tarta.
En un cazo pon la nata líquida y cuando esté ya caliente, retira del fuego y ves añadiendo el chocolate negro hasta que se haya fundido completamente, debe quedarte como una crema de chocolate.
Mientras se está calentando la nata, en un plato pon la leche y ves mojando las galletas y haz una primera capa en el molde. Las untas por encima con la mermelada de fresa.
Haz una segunda capa de galletas y en este caso, pon la crema de chocolate que has hecho.
Ves haciendo capas hasta que termines la mermelada y el chocolate, pero terminando con una capa de galletas. Reserva en la nevera toda la noche.
Al día siguiente, vas a fundir el chocolate blanco al baño María. Mientras, desmolda la tarta y colócala encima de una rejilla.
Cuando esté ya fundido el chocolate, añádele la cucharada de aceite de oliva y remueve bien. Rocía el chocolate por encima de toda la tarta hasta que quede bien cubierto. Decora con frutos rojos.
Reserva en la nevera unas horas para que se endurezca.